Resulta valioso plantear contemporáneamente el análisis de los efectos
que generan las nuevas tecnologías en la dinámica de las ciudades. Como
estudiosa del tema me permito afirmar que simplemente debemos ser conscientes
de que las TICs (Tecnologías de la Información y Comunicación) plantean un cambio de
paradigma en la forma de entender las ciudades, y en torno a ello se modifican
los canales comunicacionales y relacionales entre los individuos, con procesos
de inmediatez y selectividad distintos a otras épocas. Ni mejores ni peores,
distintos. En este sentido, creo que tenemos un enorme e interesante desafío
por delante a fin de empezar a entender el nuevo paradigma de ciudad que emerge
en este siglo XXI.
Ante todo, ¿cómo entendemos a las llamadas Ciudades Inteligentes o Smart
Cities?. Podemos pensarlas como una
nueva generación de ciudades que han alcanzado la aplicación intensiva, integral y eficiente de
Tecnologías de Información y Comunicación en la prestación de servicios a los
distintos públicos objetivo (residentes, inversores o turistas).
La ciudad como sistema inteligente.
En este sentido, la tecnología deviene en el nuevo idioma de las
ciudades, por lo que las modifica morfológica y funcionalmente. La aplicación
de tecnologías en el desarrollo económico urbano de la ciudad impone nuevas
formas de gestión territorial y obliga al Alcalde a repensar su estrategia de
gestión urbana.
La
Smart City supone un nuevo paradigma de ciudad porque modifica estructuralmente
la gestión de la ciudad: aparecen nuevas herramientas de gestión, nuevos
canales y dinámicas de proyección internacional de la ciudad y nuevos canales
de interacción ciudadana con el territorio. La ciudad conectada impuso un nuevo
modelo de ciudad con nuevas dinámicas de gestión, regidas por procesos de “inteligencia urbana” (Urban Smart) e "inteligencia ciudadana" (Smart Citizens, o también llamado Digizens)
Las
nuevas estrategias de gestión de la ciudad se basan en lo que yo llamo “Smart
Management of City”, gestión inteligente de la ciudad. La idea de inteligencia en las ciudades
trasciende la mera aplicación y uso de tecnologías para el desarrollo urbano
eficiente, y se vincula con estilos de gestión y de identificación para la
resolución de las complejidades propias de las ciudades; en este sentido,
supone ser un mecanismo y una “plataforma” desde la cual la ciudad vive el
siglo XXI. Desde el momento en que la ciudad y sus ciudadanos se proponen
metas, objetivos, retos y desafíos respecto a los problemas y complejidades de
la ciudad contemporánea mediante la utilización estratégica de tecnologías, la
implementación de lógicas Smart deberá adoptar modos y formas específicas que
logren integrarse capilarmente en la dinámica urbana. De esta forma, la Smart
City no sólo implica una dimensión cuantitativa centrada en la cantidad de
tecnologías aplicadas, sino que fundamentalmente abarca una dimensión
cualitativa enfocada en qué tecnologías
implementa la ciudad, para qué y con
qué propósito, y de qué modo las aplica. Así, la Smart City se entiende desde una
visión holística que integra el despliegue de tecnologías bajo un enfoque
funcional de gestión urbana. Lejos de ser sólo una "etiqueta", tal como algunos analistas la conciben, la Smart City
supone un
nuevo paradigma de gestión urbana que promueve prácticas de liderazgo ciudadano
como agentes de transformación a través de la tecnología.
Si
bien las ciudades inteligentes se encuentran aún en una fase embrionaria, desde
diferentes proyectos se avanza hacia estrategias de institucionalización de la
Smart City como modelo de ciudad a través del cual se puedan definir las reglas
que permiten definirla y caracterizarla. Uno de los puntos de avance en este
sentido se refleja en los proyectos denormalización de Ciudades Inteligentes impulsado por AENOR.
La tecnología llegó a las ciudades para impregnarse en ellas. Esta es una realidad ineludible. Por eso creo importante que aceptemos su existencia como desafío para repensar las ciudades del futuro.
Las Smart Cities implican un nuevo modelo de gestión de carácter transversal que,
a su vez, impulsan nuevas estrategias de competitividad urbana, lo cual supone
nuevos retos en términos de rediseño de
estrategias de citymarketing en el marco de los nuevos canales de internacionalización
de la ciudad. Quedan invitados a continuar la reflexión sobre estos temas en
mis próximos post.
Las
ciudades del futuro serán Smart o no serán.